sábado, 18 de junio de 2011

EL MOVIMIENTO DE LOS DERECHOS CIVILES DE 1960 A 1980



La lucha de los afro-estadounidenses por la igualdad llegó a su clímax a mediados de la década de 1960. Después de varias victorias graduales en la década anterior, los afro-estadounidenses se comprometieron aún más a fondo con la acción directa no violenta. Algunos grupos, como la Conferencia del Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC por sus siglas en inglés) formado por sacerdotes afro-estadounidenses, y el Comité Estudiantil de Coordinación de la No Violencia (SNCC) integrado por activistas más jóvenes, pugnaron por la reforma mediante la confrontación pacífica.
En 1960 algunos estudiantes de educación superior afro-estadounidenses organizaron un plantón en un restaurante segregado de Woolworth, en Carolina del Norte, y se negaron a retirarse del lugar. El plantón atrajo la atención de los medios y dio lugar a otras manifestaciones similares en todo el Sur. Al año siguiente los trabajadores partidarios de los derechos civiles organizaron "giras de la libertad", en las que afro-estadounidenses y blancos viajaban juntos en autobuses hasta las terminales segregadas del Sur, dando lugar a confrontaciones que captaban el interés de los medios informativos y propiciaban el cambio.
Esos grupos organizaron también concentraciones, la mayor de las cuales fue la "Marcha a Washington" en 1963. Más de 200.000 personas se reunieron en la capital del país para manifestar su compromiso con la igualdad para todos. El momento culminante de una jornada de canciones y discursos llegó cuando tomó la palabra Martin Luther King Jr., quien se había perfilado como el principal vocero de los derechos civiles. "He soñado que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los ex esclavos y los hijos de los que fueron amos de esclavos se podrán sentar juntos a la mesa de la fraternidad", proclamó.
En sus inicios, los progresos del movimiento de los derechos civiles no estuvieron a la altura de su retórica. Al principio el presidente Kennedy no quiso presionar a los sureños blancos para que apoyaran los derechos civiles pues necesitaba sus votos para otros proyectos. Sin embargo, los acontecimientos impulsados por los propios afro-estadounidenses lo obligaron a actuar. En 1962, cuando a James Meredith se le negó la admisión a la Universidad de Mississippi a causa de su raza, Kennedy envió tropa federal para imponer el cumplimiento de la ley. Cuando las protestas contra la segregación fueron recibidas con violencia por la policía en Birmingham, Alabama, envió al Congreso un nuevo proyecto de ley de derechos civiles donde se imponía la integración obligatoria en los lugares públicos. A pesar de todo, ni la "Marcha a Washington" fue capaz de agilizar la aprobación de esa medida por un comité del Congreso donde aún seguía empantanada en 1963, cuando Kennedy fue asesinado.
El presidente Lyndon B. Johnson tuvo más éxito. Haciendo gala de la habilidad negociadora que empleó tan a menudo en los años que fue líder de la mayoría en el Senado, Johnson convenció al Senado de que debía limitar las tácticas dilatorias que intentaban impedir la votación final sobre la amplia Ley de Derechos Civiles de 1964, por la cual se prohibió la discriminación en todos los alojamientos públicos. Al año siguiente, la Ley de Derechos de los Votantes de 1965 autorizó al gobierno federal para registrar a los votantes en los lugares donde los funcionarios locales negaran el registro a los afro-estadounidenses. En 1968, un millón de afro-estadounidenses se registraron en el extremo Sur y el número de funcionarios afro-estadounidenses elegidos en todo el país aumentó en forma sustancial. En 1968 el Congreso aprobó la legislación que prohibió la discriminación en la vivienda.
Sin embargo, una vez desatada, la revolución de los derechos civiles generó líderes impacientes tanto por el ritmo del cambio como por la meta de incorporar a los afro-estadounidenses en la corriente principal de la sociedad blanca. El elocuente activista Malcolm X fue el personaje más destacado que abogó por la separación entre los afro-estadounidenses y la raza blanca. Stokely Carmichael, un líder estudiantil, se desilusionó también por las ideas de no violencia y cooperación entre razas. Él popularizó la consigna del "poder negro" que debía ser conseguido "por todos los medios necesarios" según las palabras de Malcolm X.
La violencia acompañó las exhortaciones de los militantes a la reforma. En 1966 y 1967 estallaron desórdenes en varias ciudades grandes. En la primavera de 1968, Martin Luther King Jr. fue abatido por la bala de un asesino. Varios meses después el senador Robert Kennedy, que era vocero de los menos favorecidos, opositor de la Guerra de Vietnam y hermano del presidente asesinado, corrió la misma suerte. Para mucha gente, esos dos homicidios marcaron el final de una era de inocencia e idealismo. La creciente militancia de las izquierdas, aunada a la inevitable reacción de los conservadores, abrió una brecha en la mentalidad de la nación que tardaría años en cerrarse.
Para entonces un movimiento a favor de los derechos civiles que contaba con el apoyo de veredictos judiciales, leyes del Congreso y reglamentos administrativos federales ya se había entretejido irreversiblemente en la urdimbre de la vida estadounidense. La principal cuestión era cómo implementar los conceptos de igualdad y libre acceso, no decidir sobre la legalidad de la segregación o la privación del derecho de voto. Los debates de la década de 1970 y después giraron en torno a temas como el transporte de niños en autobuses fuera de sus respectivos barrios para lograr el equilibrio racial en las escuelas metropolitanas o el uso de la "acción afirmativa". Estos programas y políticas fueron considerados por algunos como medidas activas para garantizar la igualdad de oportunidades en educación y empleo, mientras que otros los interpretaron como una discriminación a la inversa.
Los tribunales sortearon todos esos problemas con fallos que a menudo no eran congruentes. Entre tanto, el continuo avance de los afro-estadounidenses en las filas de la clase media y su silenciosa irrupción en suburbios que habían sido mayoritariamente blancos reflejaron un cambio demográfico profundo.

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