sábado, 18 de junio de 2011

EL MOVIMIENTO DE LOS LATINOS



Después de la Segunda Guerra Mundial, estadounidenses de origen mexicano y puertorriqueño fueron objeto de discriminación en Estados Unidos. Los nuevos inmigrantes llegados de Cuba, México y América Central, a menudo sin capacitación laboral y sin saber hablar inglés, eran discriminados también. Algunos hispanos trabajaban como peones agrícolas y a veces se les explotaba con crueldad en las faenas de recolección; otros iban a las ciudades y ahí encontraban dificultades, igual que los primeros inmigrantes, en su búsqueda de una vida mejor.
Los chicanos o estadounidenses de origen mexicano se movilizaron en organizaciones como la Asociación Nacional México-Americana, de tintes radicales, pero no asumieron una actitud beligerante antes de la década de 1960. Después de haber esperado que el programa de Lyndon Johnson contra la pobreza ampliara las oportunidades para ellos, se dieron cuenta de que las burocracias no respondían a los grupos menos militantes. El ejemplo del activismo afro-estadounidense, en particular, enseñó a los chicanos la importancia de la política de presión en una sociedad pluralista.
La Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935 excluyó a los trabajadores agrícolas de la garantía que en ella se consagra sobre el derecho de organizarse y negociar colectivamente. Sin embargo César Chávez, fundador de la organización predominantemente hispana de los Trabajadores Agrícolas Unidos, demostró la eficacia de la acción directa para lograr el reconocimiento de su sindicato por los empleadores. Los dueños de viñedos de California accedieron a negociar con el sindicato sólo después que Chávez encabezó un boicot nacional de consumidores.
Los hispanos empezaron a participar también activamente en la política. En 1961 Henry B. González fue elegido representante de Texas en el Congreso. Tres años después Eligio ("Kika") de la Garza, también de Texas, siguió los mismos pasos y Joseph Montoya, de Nuevo México, llegó al Senado. En las décadas de 1970 y 1980, el ritmo de la participación política de los hispanos se hizo más vivo. Varios hispanos prominentes fueron miembros del gabinete de los presidentes Bill Clinton y George W. Bush.

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