sábado, 18 de junio de 2011

KENNEDY Y EL RESURGIMIENTO DEL LIBERALISMO DEL GOBIERNO GRANDE



JHON KENNEDY
Ya en 1960, el gobierno se había vuelto una fuerza cada día más poderosa en la vida de la gente. Durante la Gran Depresión de la década de 1930, nuevas agencias del ejecutivo fueron creadas para lidiar con muchos aspectos de la vida del país. En la Segunda Guerra Mundial, el número de civiles empleados por el gobierno federal aumentó de 1 millón a 3,8 millones y luego se mantuvo estable en 2,5 millones en los años 50. Los gastos federales, que se sostuvieron en 3.100 millones de dólares en 1929, se elevaron a 75.000 millones en 1953 y a 150.000 millones en la década de 1960.
La mayoría de los estadounidenses aceptaron que el gobierno ampliara sus funciones, aunque no se ponían de acuerdo en cuanto al límite que esa expansión debía tener. En general, los demócratas querían que el gobierno garantizara el crecimiento y la estabilidad; deseaban que las prestaciones federales se ampliaran a la educación, la salud y el bienestar. Muchos republicanos aceptaban cierto nivel de responsabilidad del gobierno, pero querían limitar los gastos de éste y restablecer en mayor grado la iniciativa individual. La elección presidencial de 1960 reveló una nación dividida casi por igual entre esas dos visiones.
John F. Kennedy, el vencedor demócrata por estrecho margen a la edad de 43 años, fue el hombre más joven que hubiera llegado a la presidencia. Se mostró capaz, coherente y enérgico en una serie de debates por televisión con su opositor Richard Nixon. En su campaña propuso que el país entrara con dinamismo a la nueva década y dijo: "La Nueva Frontera está aquí, ya sea que la busquemos o no". Concluyó su primer discurso como presidente con una elocuente exhortación: "No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país". En el breve periodo de Kennedy en la presidencia, su combinación especial de simpatía, ingenio y personalidad — mucho más que su agenda legislativa específica — lo ayudó a mantener su popularidad e influyó en las futuras generaciones de políticos.
Kennedy quería ejercer un liderazgo fuerte para llevar beneficios económicos a todos los ciudadanos, pero el precario margen de su victoria impuso límites a su mandato. Aunque el Partido Demócrata controlaba ambas cámaras del Congreso, los demócratas conservadores del Sur se aliaron a menudo con los republicanos en asuntos referentes al alcance de la intervención del gobierno en la economía. Ellos se opusieron a los planes de aumentar la ayuda federal para educación, proveer un seguro de salud para ancianos y crear un nuevo Departamento de Asuntos Urbanos. Así, a pesar de su elevada retórica, las políticas de Kennedy fueron a menudo limitadas y modestas.
Una prioridad consistía en poner fin a la recesión que ya estaba en marcha cuando Kennedy asumió la presidencia y reanudar el crecimiento económico. Pero él perdió la confianza de los líderes empresariales en 1962, cuando logró poner coto a lo que el gobierno veía como un aumento excesivo de precios en la industria del acero. Aunque alcanzó su objetivo inmediato, el presidente se distanció así de una importante fuente de apoyo. Cuando sus asesores económicos lo convencieron de que un considerable recorte de impuestos estimularía la economía, Kennedy respaldó un proyecto de ley a ese respecto. Sin embargo, la oposición conservadora en el Congreso pareció destruir toda esperanza de aprobar un proyecto que, a juicio de la mayoría de los congresistas, habría aumentado el déficit del presupuesto.
En general el expediente legislativo del gobierno de Kennedy fue desalentador. Él mostró simpatía por los líderes de los derechos civiles, pero sólo suscribió las metas de su movimiento cuando las manifestaciones encabezadas por Martin Luther King Jr. lo obligaron a actuar en 1963. Igual que Truman antes que él, no pudo obtener la aprobación del Congreso ni para brindar ayuda federal a la educación pública ni para un programa de atención médica exclusivo para ancianos. Sólo logró un aumento modesto en el salario mínimo. Sin embargo obtuvo fondos para el programa espacial y fundó el Cuerpo de Paz para enviar a los países en desarrollo hombres y mujeres que les ayudaran a satisfacer sus necesidades.
KENNEDY Y LA GUERRA FRÍA
Cuando el presidente Kennedy asumió el cargo se comprometió a mantener con vigor la Guerra Fría, pero también esperaba hallar algún arreglo y no quería comprometer a las fuerzas estadounidenses. En su primer año y medio en el cargo, rechazó la intervención del país tras el fracaso de la invasión a la Bahía de Cochinos dirigida por la CIA en Cuba, cedió de hecho al control comunista la nación de Laos en el sudeste de Asia sin salida al mar y accedió a la construcción del Muro de Berlín. Las decisiones de Kennedy reforzaron la impresión de debilidad que el primer ministro soviético Nikita Khrushchev tuvo de él en su única entrevista personal, una junta cumbre celebrada en Viena en junio de 1961.
En el otoño de 1962, la administración supo que la Unión Soviética estaba emplazando en secreto armas nucleares ofensivas en Cuba. Después de estudiar varias opciones, Kennedy decidió imponer una cuarentena para impedir que los buques soviéticos llevaran más suministros a la isla. Exigió públicamente que Moscú retirara las armas y advirtió que un ataque desde la isla traería represalias contra la URSS. Al cabo de varios días de tensiones en los que el mundo estuvo más cerca que nunca de una guerra nuclear, los soviéticos accedieron a retirar los misiles. Los opositores acusaron a Kennedy de haber corrido el riesgo de un desastre nuclear, siendo que la diplomacia serena podría haber sido eficaz, pero la mayoría de los estadounidenses y gran parte del mundo no comunista aplaudieron su gesto decidido. La crisis de los misiles hizo que él fuera por primera vez el líder reconocido del Occidente democrático.
En retrospectiva, la crisis de los misiles en Cuba marcó un viraje en las relaciones de EE.UU. y la URSS. Ambas partes vieron la necesidad de aliviar las tensiones que podrían haberlos llevado a una confrontación militar directa. Al año siguiente, Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña firmaron un histórico Tratado para la Proscripción Limitada de Ensayos Nucleares que prohibió las pruebas de esas armas en la atmósfera.
Indochina (Vietnam, Laos, Camboya), que fue posesión de Francia antes de la Segunda Guerra Mundial, era un campo de batalla más en la Guerra Fría. El esfuerzo de Francia por reafirmar su control colonial en la región halló la oposición de Ho Chi Minh, un comunista vietnamita cuyo movimiento Viet Minh emprendió una guerra de guerrillas contra el ejército francés.
Truman y Eisenhower, ansiosos de obtener el apoyo de Francia para su política de contención en Europa, dieron a ese país ayuda económica que liberó recursos para la lucha en Vietnam. Pese a todo, los franceses sufrieron una derrota decisiva en Dien Bien Phu en mayo de 1954. En una conferencia internacional realizada en Ginebra se concedió la independencia a Laos y Camboya. Vietnam fue dividido, quedando en el poder en el norte Ho y en el sur Ngo Dinh Diem, un católico romano anticomunista, en una población mayoritariamente budista. Las elecciones debían realizarse dos años después para unificar al país. Convencido de que la caída de Vietnam podía conducir a la pérdida de Birmania, Tailandia e Indonesia, Eisenhower apoyó a Diem en su negativa de hacer elecciones en 1956 y en efecto estableció a Vietnam del Sur como un estado cliente de Estados Unidos.
Kennedy aumentó la ayuda y envió un pequeño número de asesores militares, pero una nueva guerra de guerrillas continuó entre Norte y Sur. La popularidad de Diem aumentó y la situación militar empeoró. A fines de 1963, Kennedy aprobó en secreto un golpe de estado. Para sorpresa del presidente, Diem y su poderoso cuñado, Ngo Dien Nu, fueron asesinados. La presidencia de Kennedy terminó tres semanas más tarde, en esa coyuntura de incertidumbre.

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